lunes, 15 de mayo de 2017

Primer viaje humanitario a Donbass

Durante los días 9 y 10 de mayo, las organizaciones humanitarias Vostok Solidaridad Donbass desde España y Ouest-Est desde Francia realizamos conjuntamente una misión humanitaria en Donbass, concretamente en Donetsk y varias poblaciones del entorno. Nuestra primera impresión al llegar a Donetsk fue que estábamos en una ciudad absolutamente normal, con comercios abiertos y gente en las calles, en definitiva, el trasiego habitual de una ciudad con más de un millón de habitantes. Pero, moviéndonos unos kilómetros, el paisaje cambiaba totalmente, y empezaban a verse edificios dañados o destruidos, así como barricadas y blocaos custodiados por soldados.

Ya que íbamos a contrarreloj y no podíamos gastar ni un segundo en conocer el centro de la ciudad, nos dispusimos a realizar nuestra primera misión en pleno frente de guerra, en el pequeño pueblo de Zaitsevo, adyacente a la ciudad de Gorlovka, a unos 50 kilómetros dirección norte desde la ciudad de Donetsk. Allí, en el sitio menos recomendable por los constantes ataques de artillería (que escuchábamos cada poco), con carteles advirtiendo del terreno minado y por tanto, que nadie pisara fuera de la carretera, allí estuvimos, a unos pocos metros de los combates. Hay que señalar que el 9 de mayo no es un día cualquiera en países como Rusia o Ucrania (entre otros). El 9 de mayo celebran el día de la victoria, el día del final de la segunda guerra mundial, que es una guerra muy sentida en la memoria de rusos, ucranianos y de tantos otros pueblos de la entonces existente Unión Soviética, ya que la guerra causó 26 millones de muertos y la mayoría de familias tiene cuanto menos un familiar muerto en aquella guerra.

De modo que, siguiendo la tradición local de cada 9 de mayo, fuimos a visitar a todos los ancianos que vivieron aquella guerra, y que desgraciadamente, ahora vuelven a revivir los mismos escenarios bélicos de su juventud. Al principio, todo parecía que serían simples visitas, casi procedimentales, puesto que la acción constaba de tres partes: Regalar una flor, felicitar el día, y donar mil rublos, pero pronto vimos que la cruda realidad superaba cualquier previsión.

En las imágenes, se pueden ver algunos de los veteranos al recibir nuestra visita.

Con cada visita nos dábamos cuenta de la dificultosa situación de las personas que allí viven, especialmente los más ancianos, ya que vivían solos, o acompañados por dos o tres familiares, en viviendas que frecuentemente carecían de electricidad, agua, o gas, pues al ser zona de guerra, era habitual que el suministro se cortase por la destrucción de cualquiera de esas redes. Además, muchos de estos ancianos sufrían algún tipo de problema médico que les impedía la movilidad, o bien necesitan numerosas medicinas, de ahí que a cada uno le donásemos mil rublos con los que pudieran comprar aquello que necesitaran, pues con sus exiguas pensiones no siempre les era posible comprar medicamentos y alimentos, no ya para vivir, sino para simplemente sobrevivir en aquella zona de guerra.

Cada anciano veterano era una historia triste y alegre. Triste por ver dónde y cómo vivían, y alegre por ver cómo sonreían o incluso lloraban porque les parecía absolutamente increíble que en tal día, en tal lugar, llegaran a visitarles desde España y Francia para regalarles una flor y darles una ayuda económica. Y aunque esta acción parezca insignificante o intrascendente, que apenas cambiará algo de aquel escenario bélico, si tuvo un gran impacto, tanto en aquellos ancianos a los que visitamos, como en nosotros mismos. No es por caer en tópicos o sensiblerías, pero se te rompe el corazón por ver personalmente semejante situación, y por el agradecimiento tan sincero que recibes por esta acción inesperada.

Tras acabar de visitar a los ancianos, nos llevaron hasta una escuela en Zaitsevo. En realidad, hoy día ya no es una escuela sino una posición de soldados de Donetsk en primera línea del frente. Allí pudimos ver y entrar en una trinchera. Una trinchera de muchas que hay excavadas a ambos lados del frente en esta guerra. Cuando estábamos pisando el suelo de la trinchera no podíamos dejar de pensar que estábamos en Europa, metidos en una trinchera de otra nueva guerra propiciada por los mismos dirigentes de países, tanto de la Unión Europea como de Norteamérica, que siempre se llenan la boca hablando de paz y derechos humanos, pero en realidad solo les interesan sus negocios, y la guerra es uno de esos negocios en su propiedad.

En estas imágenes se puede ver el monumento soviético y la escuela en las imágenes de la derecha, y en la imagen inferior izquierda se puede ver el cartel advirtiendo del terreno minado, y la imagen restante es la señal de entrada en Gorlovka.

Finalmente, el día terminó de vuelta en Donetsk, en una tienda de material ortopédico donde compramos dos andadores para que fueran entregados en Novoazovsk, una población costera de Donetsk, para dos ancianos que los necesitaban.

Al día siguiente, el 10 de mayo, comenzamos la acción humanitaria en el Hospital cardiológico infantil de Donetsk, para entregar una ayuda económica por valor de 3.000 euros con la que costear la compra del material médico específico para realizar tres complejas operaciones de corazón a tres niños allí ingresados. Así mismo, pudimos visitar las instalaciones del hospital y realmente pudimos constatar la falta de recursos allí existente. En las pocas habitaciones existentes se encontraban ingresados varios niños y un familiar que les acompañaba. Según el tamaño de las habitaciones, podía haber 2 o 4 niños y un familiar por cada niño. Finalmente, el doctor responsable de esta sección cardiológica infantil nos indicó que también carecen de baterías adecuadas para los desfibriladores, entre otras necesidades.

Vista de una de las habitaciones, de las instalaciones de la cocina, y de uno de los desfibriladores. 

Más imágenes de los pasillos del hospital, de los servicios, y de otra de las habitaciones. 

Sin perder un segundo, partimos hacia la segunda misión humanitaria del día, ya que debíamos salir de la ciudad de Donetsk para ir a una población cercana, Jartsisk (a unos 20 km al este de Donetsk). En esta ocasión, compramos y entregamos alimentos una familia de 5 hijas, cuya hija mayor a su vez tiene un hijo. Esta familia huyó de la persecución en el otro lado de la línea de guerra, y ahora viven en unas habitaciones de un antiguo sanatorio, reconvertido en alojamiento para desplazados por la guerra.

En las imágenes, la numerosa familia y el edificio en el que viven, desde el exterior.

Además, durante nuestro tiempo allí, también aprovechamos para hablar con la población local, acerca de cómo vive y cómo se siente. Los más ancianos que recuerdan la guerra en su niñez, son sin lugar a dudas los más tristes y abatidos por esta situación, ya que la pesadilla de su infancia, de repente regresó, y en ella viven desde hace 3 años. Así mismo, esta es una guerra muy similar en sus formas, que incluso repite campos de batalla como Saur Mogila. E incluso, estos ancianos recuerdan lo duro que fue el tiempo tras la guerra, cuando todo estaba destruido, y pasaron muchos años hasta la vuelta a una vida normal. Por otro lado, los más jóvenes, que incluso habían estudiado en países de Europa occidental, sienten una gran tristeza por ver cómo en esa Europa olvidadiza no valoran lo importante que es vivir en paz, e incluso sus jóvenes hablan constantemente de meterse en guerras, y mientras tanto, en Donbass, viven en medio de una guerra, con constantes ataques de artillería, principalmente nocturnos, que siempre sobresaltan el sueño, o directamente provocan que la gente siempre duerma en sótanos por si acaso una de esas bombas golpea contra su casa. Ese terror diario fruto de una guerra impuesta desde fuera, por los intereses de los gobernantes de los Estados Unidos y sus “aliados” de la Unión Europea para hacerse con el control de Ucrania; ese terror por causa de la guerra, es algo que allí tienen muy presente, y los que han vivido fuera de Donbass, concretamente en esta parte de Europa, lamentan que aquí no valoremos la vida en paz como ellos la anhelan ahora mismo.

Y hasta aquí llegó nuestro primer viaje humanitario a Donbass. Con limitados recursos, pero con la firme voluntad de ayudar tanto como pudiéramos, allí donde más se necesitara. Lo único de lo que podemos estar seguros es que volveremos, con más ayuda, para el mayor número de personas posibles, hasta que acabe esta guerra impuesta.